lunes, 16 de abril de 2012

Sobre niñez, homosexualidad e intolerancia

Hay temas que prefiero no tratar. No por censura, ni tabú, ni mucho menos, sino porque son aquellos en los que considero que emitir una opinión, es caer en hacer juicios que por falta de vivencias y conocimientos, terminan siendo sin base y la mayoría de las veces fundadas en algunos de esos prejuicios con los que crecemos y de los que —por más que lo intentemos— es muy difícil desprendernos.

Confieso que el tema de la adopción por parte de parejas homosexuales es uno de ellos. Aclaro que no estoy ni a favor ni en contra, simplemente no me considero en posición de emitir una opinión en este sentido.

Sin embargo, me siento con la imperiosa necesidad de exponer ciertos aspectos que me tienen alarmada desde que esta mañana me topé, por casualidad, con un artículo de opinión de El Universal y con la cantidad de comentarios que la gente dejo allí.

Antes de comenzar diré que soy mujer, madre, heterosexual y criada en colegios católicos, aunque no soy fanática. Y digo esto, no porque considere que las personas necesiten alguna de estas etiquetas para ser personas, sino porque, según leí en los mensajes y comentarios, sólo las opiniones de los que cumplimos estos requisitos parecen ser “respetables” y las opiniones de todos los demás son considerados por muchos como “basura”. Supongo que se habrán dado cuenta desde ya, de dónde está mi primera crítica.

El artículo en referencia es ” ‘ Fui criada en un hogar homosexual ‘ ” de Maria Denisse Fanianos (casualmente citada por segunda vez en mi blog) y pongo el título con doble comillas a propósito, porque este título cita a su vez, el título de un libro escrito por la canadiense Dawn Stefanowicz, a quien lamentablemente le tocó vivir cantidad de horrores en su infancia y adolescencia, conviviendo con su padre homosexual. Y aclaro, el artículo es básicamente un extracto de pasajes de la obra de Stefanowicz.

Hasta aquí no habría problema: tenemos una mujer que vivió un horror y que decidió escribir un libro para contarlo. El primer problema lo veo cuando Fanianos toma párrafos de la historia de esta mujer y los publica con un “…copio parte del testimonio de una mujer que fue criada en un hogar homosexual para que ustedes mismos saquen sus conclusiones” antecedido por una noticia sobre el rechazo manifestado por el obispo de Cabimas, ante el embarazo de una pareja de lesbianas. Ese “saquen sus conclusiones” es más un “vean lo que les va a pasar a todos los pobres niños adoptados por homosexuales” que otra cosa. Y repito no estoy ni a favor en contra, pero si hay algo que me ha molestado profundamente toda la vida, son las generalizaciones y sinceramente, esta me parece de las más patéticas de las que he leído.

¿Es decir, que categóricamente estamos afirmando que todos los niños a los cuales les toque vivir en un hogar homosexual, serán violados, expuestos a enfermedades y a desviaciones y que todos los que vivan en un hogar heterosexual serán queridos, cuidados y jamás serán abandonados por sus padres?

¿Podría entonces yo decir que, como debe existir algún libro de alguna niña que fue violada por su padrastro y sumándole que el divorcio va en contra de la Iglesia, la conclusión es, simplemente, todos los padrastros son violadores. O, por el contrario, como mi experiencia fue que mi padrastro es una maravilla —que lo es— decirle a todo el mundo, todos los padrastros del mundo son unos ángeles del cielo?

Señores, déjenme decirles algo, luego de leer todos los comentarios escritos en el artículo de opinión y el propio artículo, creo que muchas personas en vez de preocuparse por cómo criarán o dejarán de criar parejas homosexuales a sus hijos adoptados, inseminados, naturales o como fuere, deberían preocuparse más en cómo están creciendo los suyos propios, rodeados de un ambiente tan lleno de intolerancia, oscurantismo y falsas morales.

¿Es que acaso no hemos aprendido nada de la cantidad de tragedias, del holocausto, de las guerras en nombre de la moral, o más recientemente de los suicidios de niños y adolescentes motivados a la falta de comprensión de una sociedad intolerante? Y esto, sin ni siquiera tocar el tema de las graves acusaciones de las que ha sido víctima la Iglesia católica en los últimos tiempos.

Afirmar que un homosexual es libertino, es equivalente a decir que todas las mujeres son putas, que todos los hombres son unos patanes, que todos los matrimonios terminarán en divorcio, que todos los “afrodescendientes” (para no ofender) son ladrones y que todos los curas son pederastas, por nombrar algunos ejemplos. La peor señal de ignorancia que puede dar un ser humano es a mi parecer la generalización, sobre todo en un mundo que está lleno de diversidades.

Por otro lado, yo, madre de dos niños, se lo difícil que es lidiar con la maternidad y aunque los llevé en el vientre 9 meses, y aunque a pesar de estar divorciada puedo contar con el apoyo de su padre en cuanto a su educación, se que a veces es inevitable dejarse llevar por la angustia, o el estrés y responder de una manera inadecuada y hay que tener mucho control sobre uno mismo para dar un buen ejemplo, seamos de la tendencia sexual o religiosa que sea. Por esto, es que también se, que lo más necesario para que un niño crezca sano, tanto física como mentalmente, es amor, mezclado con un ambiente lleno de comprensión, valores y respeto, y que si hay alguien dispuesto a brindarle esto a un niño que más adelante se convierta en un ser humano íntegro, no creo que lo más relevante sea si se trata de sus padres biológicos o adoptivos, si son solteros o casados, si son caucásicos o asiáticos, católicos o budistas o si son heterosexuales o gays.

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