lunes, 16 de abril de 2012

¡Qué broma con Twitter!

Tengo más de dos años con mi cuenta de Twitter y confieso que lo que descubro cada día, no deja de sorprenderme. Y cuando digo “sorprenderme” hablo tanto en sentido positivo como negativo.

Quien tenga cierto tiempo con su cuenta, y la mantenga medianamente activa, estará de acuerdo conmigo en que hay cierta especie de etapas que se van pasando al twittear: abres la cuenta; en muchos casos no le ves sentido al principio y la abandonas; la retomas y comienzas a seguir a medios para estar informado, pero interactuas poco; le agarras el gusto; te vuelves adicto, pasando por la sub-etapa de pelear con los demás por sus opiniones o por no estar de acuerdo con las tuyas; te obstinas y te retiras un poco, reevaluando qué es lo que buscas y si te interesa seguir; y vuelves, generalmente con el aprendizaje de que no puedes mantener a todo el mundo a gusto, así que escribes lo que te provoque, ya sin pararle mucho a lo que dicen los demás. Luego de esta etapa “decisiva” vienen subidas y bajadas en las que a veces te provoca twittear y otras no. Puedes desaparecerte a ratos, pero sabes, en el fondo, que siempre está tu TL ahí como para volver de vez en vez, cuando necesitas informarte, reirte, divertirte o simplemente drenar, y entendiste ya —hace tiempo— que en la red social consigues diversidad de opiniones, criterios y puntos de vista, que sería imposible tenerlos todos a la vez en la vida 1.0, a menos que fueses capaz, por algún extraño poder —maleficio, diría yo— de escuchar el pensamiento de toda la gente reunida en el Poliedro de Caracas, o de todas las personas que se cruzan en tu camino en un solo día. Además, te fastidia enormemente el tema de que “la gente sin Twitter” esté siempre manejando informaciones que ya tu conociste, evaluaste opiniones, emitiste la tuya y —conociendo la tendencia— probablemente ya hasta hayas leído su desmentido oficial. Ya a este punto, has decidido no desertar.

He oído, en más de una oportunidad, decir que Twitter no es la vida real. Estoy de acuerdo, pero nadie puede negar, que es una muestra bastante aproximada. Lo es simplemente porque quienes allí nos expresamos, lo hacemos desde el bastión de nuestras experiencias, por lo que cada tweet —político, romántico, de queja, de ira, de buenos días, y pare de contar…— deja plasmado un pedacito de quien lo escribió. Al igual que en la vida —aunque indudablemente con un rango más amplio— escogemos con quien queremos intercatuar, dependiendo de nuestros intereses, modo de pensar y, por supuesto, experiencias. Cada quien va “armando” su TL como si de su círculo de amigos se tratase, y no pensando en que en algún momento lleguen a ser nuestros amigos “reales” —porque lo más probable es que jamás les veamos la cara—, pero sí en el hecho de que serán las personas a las que leeremos diariamente y que nos aportarán aquello que queramos recibir, en cuanto a información se refiere.

El otro día, conversando con Armando Coll (@armacoll) y Jesús Nieves (@ElProximoJuego), decíamos que, incluso, el cuidado que ponemos en el “armado” de este círculo de followings, puede crear percepciones bastante distorsionadas, si no pensamos en incluir “diversidad”. Por ejemplo, si eres alguien a quien le gusta leer, la onda cultural, el cine, etc. puedes tender a reunir en tu TL a gente que comparta estas aficiones, y zas! en un momento puedes creer que la gente se está culturizando. Lamento sacarte de tu ensueño, pero se trata simplemente de una percepción —no tan grave como la de la inseguridad y la del retraso en cierto sistema de transporte, pero percepción al fin— dada por lo nutrido de tu TL en el área de cultura. Es por esto, que muchas veces, siguiendo algún tweet, caemos en lo que yo llamo los “sub-mundos” Twitter, ya que descubres redes de tweets, personas, TL’s, muy distintos a los tuyos, con intereses bastante disímiles, que pueden ir desde tendencias sexuales hasta gustos por un artista famoso, que se agrupan y a los que no lees, simplemente porque tú interés no está dirigido allí y no los has incluido en tu propia línea de tiempo.

También se ha dicho mil veces, que para ganar followers, debes ser “auténtico”, tema sobre el que tengo mis dudas, ya que esto puede ser en extremo ambiguo, dependiendo de lo que “auténtico” quiera decir para cada quien. Siempre he querido preguntar su opinión sobre el tema de la “autenticidad” en Twitter a @ChavezOfficial y se lo pregunté a mi querido @CiudadBizarra quien tuvo a bien darme su opinión al respecto, la cual, me reservo. Sin embargo, hasta cierto punto, estoy de acuerdo con esta premisa, aunque, también es cierto, que manejar una cuenta Twitter te coloca en una posición, que sin que implique algo negativo o positivo, puede despertar ciertas habilidades que tal vez en la vida 1.0 no hayas desarrollado y no por complejos, falsedades, ni nada por el estilo, sino por simple naturaleza humana. Conozco personas con una cantidad considerable de followers, por la innegable calidad y locuacidad de sus tweets, que en persona son sumamente tímidos y han conseguido en Twitter una forma de expresión que manejan a la perfección, al igual que me he topado con personas de las que llamaríamos “salíos” en la vida 1.0 que no logran concretar sus cuentas, porque su desparpajo natural, no saben canalizarlo en 140 caracteres. Pero, siempre aparecerá un autonombrado “gurú” del Twitter, que dirá que uno u otro, miente a sus seguidores, por el simple hecho de que lo que ven, no concuerda con lo que leen. Ya sabemos que cada quien es libre con sus complejos.

Toda esta disertación tiene un fin —aunque muchos de los que lean este post pensarán a este punto “Tutu se volvió más loca y decidió hablar más paja de la que habla”— y es que, al igual que en la vida, la única fórmula mágica para salir airoso de la “experiencia Twitter” es tener criterio. Lo digo, porque particularmente en los últimos días y por distintos eventos de diversa índole, la red del microblogging ha puesto a prueba el criterio de muchos de nosotros. Me explico: la mayoría de las personas, cuando entran a su edad adulta, poseen una cantidad de conceptos, creencias y principios, basadas en su mayoría en sus propias experiencias y también —por muy original, inteligente y no-le-paro-a-nadie que se considere— influenciado en buena parte por los criterios y opiniones del círculo en el que nos desenvolvemos. Al llegar a Twitter, y al hacerse este círculo cada vez más amplio, estamos bombardeados de criterios y opiniones distintas —no mejores, ni peores que las nuestras, sólo distintas— que en el mejor de los casos, pueden hacernos reflexionar sobre los propios, a veces fortaleciéndolos, otras, dándonos los soportes suficientes, incluso para cambiarlos. Esto, no necesariamente implica que seamos manejables. Enfocándolo bien, puede implicar que tenemos el suficiente grado de madurez para replantearnos muchos de nuestros conceptos y aceptar que estamos equivocados o que debemos evolucionar. No le veo nada de malo a esto, creo que en muchos sentidos, de esto se trata la vida. Lo que sí me parece intolerable, es que en medio de este río de opiniones, nos dejemos llevar por una especie de “histeria colectiva”, que nos haga repetir —o retwitear— puntos de vista de otras personas, historias, chismes, rumores, sin tomarnos la molestia de sentarnos un momento y decir ¿se ajusta esto a mi manera de pensar? , ¿es lógico lo que estoy leyendo?.

Siempre hay alguien que motivado por una cantidad de “sus propias razones” puede tergiversar informaciones u opiniones, muchas veces no basado en el criterio, sino en traumas, complejos y experiencias, que si bien son totalmente válidos en su realidad, no implica el que sean verdades absolutas. La información es un arma poderosa y en un mundo en el que esta información viaja cada vez más rápido, la única manera de no caer en amarillismo y no hacerse eco de actos de morbosidad o difusión de conceptos errados, es aplicando el criterio. Nadie está exento de caer en esta trampa alguna vez, pero estoy segura que si cada quien se toma un minuto de su tiempo para analizar muchos de lo “hechos” que lee, en muchos casos, la primera opinión, cambiará sustancialmente.

Todo esto lo digo, porque disfruto el uso del Twitter y cada vez que oigo a alguien decir que “Twitter es una herramienta que crea confusión, desinformación y la profusión de rumores”, no puedo menos que pensar, que de nuevo la naturaleza humana intenta achacarle a alguien más sus propias imperfecciones, porque al final, la vida que tiene Twitter es simplemente la que cada usuario le da. El día que Twitter piense por sí mismo, ya no será interesante para mí.

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