lunes, 23 de mayo de 2011

El mundo no se acabó... acabemos con él!



Las declaraciones de Harold Camping sobre el inminente fin del mundo este 21 de mayo a consecuencia de un evento con características de cataclismo, causó mucho revuelo, aunque quizás no del todo en la forma en la que Camping hubiese deseado.
Twitter se inundó de HT donde la gente exponía lo que quería hacer “antes del fin del mundo”. Cadenas por cualquier tipo de medio tecnológico nos volvieron locos durante varios días. Chistes, por montones, eso es inevitable. Y por supuesto, la preparación mundial de ciertos grupos fieles creyentes de que la humanidad está descarriada y de que un evento con las características de la destrucción de Sodoma y Gomorra sería la mejor lección para el ser humano.
Sin embargo, nada pasó. Por lo menos no nada distinto a los que estamos “acostumbrados”.
Ahora, haciendo una reflexión, pienso que sería muy interesante si la humanidad se hubiese tomado más a pecho, no el pensar en un evento al mejor estilo diluviano que borrara a la humanidad de la faz de la Tierra, sino las razones que podría tener un “ente superior” para eliminarla. Y, siguiendo en la reflexión, se me ocurrió que sería aún mucho más interesante, que la misma humanidad amenazada, se pusiera de acuerdo para acabar con el mundo. Y ojo, no estoy hablando de terrorismo, ni daños ambientales, ni nada que se le parezca. Me refiero a acabar con el mundo, tal y como lo conocemos.
Mucha gente pensó que Nostradamus se había equivocado categóricamente cuando anunció que para el siglo XX el mundo “sería más pequeño”. La gente pensó —para variar— que esto supondría que el mundo se reduciría, de nuevo por un cataclismo y que esto de alguna manera afectaría las zonas habitadas y por ende a la población. Cuando el evento “esperado” nunca llegó (luego de haber pasado por amenazas de cometas, por daños en la capa de ozono, por calentamiento global, por cascos polares derretidos, y un muy largo etc.), se desestimó la ya discutida veracidad de Nostradamus y —luego de respirar en son de alivio— el tema se olvidó y la humanidad siguió adelante. Pero, les pregunto ¿no es ahora el mundo MUCHO más pequeño? ¿No han hecho todas las nuevas tecnologías que nuestro mundo se redujera de una manera bárbara? Entonces, sí, el mundo es más pequeño, a lo mejor no concuerda con la interpretación que le dimos a las palabras de Nostradamus, pero en resumidas cuentas, el señor no se equivocó.
Entonces, volvamos a la idea de acabar con el mundo. No en el sentido estricto y literal de la expresión, sino con una interpretación mucho menos apocalíptica y mucho más constructiva. Que interesante sería, que la humanidad tomara esta nueva “oportunidad del mundo” y decidiera reinventarlo. Y no es tan difícil en realidad, con que cada uno de los habitantes de este planeta hiciese un cambio radical en su forma de pensar y por supuesto, lo aplicara, tendríamos un mundo nuevo. Bastante nuevo para decir verdad. No creo que ningún cataclismo pueda ganarle a la fuerza renovadora de siete mil millones de personas que decidieran pensar distinto. Siete mil millones de personas que decidieran patear un prejuicio, ayudar al vecino, erradicar la envidia, adoptar a un niño, cuidar el ambiente, dejar de decir mentiras, olvidar el odio, trabajar por un país, pensar en conjunto, amar, ser feliz y miles de cosas más que podrían hacerse para “acabar con el mundo” y empezar con uno nuevo.
Entonces, mientras la humanidad se prepara para esperar el “próximo fin del mundo” anunciado por lo mayas, yo decidí prepararme para acabar con el mundo hoy. Por lo menos con el que hasta ahora había sido el mío.
¡Feliz Fin de Mundo para todos!

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